Amor de perros

Hacía rato que no veía al dueño de un perro disfrutando tan intensamente con su mascota; cuando llegué a la plaza, ellos se encontraban dentro del espacio habilitado para canes. Él, vestido con ropa deportiva, le lanzaba una y otra vez un disco frisbee, el cual salía volando por el aire perseguido de cerca por su perro, un precioso Border Collie de color negro y blanco. Una vez lo pillaba se lo devolvía a su amo todo orgulloso, agitando el rabo, mientras él lo premiaba con una amplia sonrisa. Era un placer verlos en esta perfecta sincronía.

Mientras los seguía con la vista, pensaba en las personas que habitualmente veo paseando a su mascota; parecen zombis, con sus cara blancas y los ojos abiertos como platos por efecto de la luz brillante que proyecta el teléfono sobre sus caras. Avanzan agarrados a la correa de su mascota, mientras este tira de ellos deseoso de despegarles los ojos del wsap, correo o redes sociales. Algunos salen a pasear con pantuflas, lo cual ya le da indicios al pobre animal que mucho andar no va a haber. Por suerte, los perros son mascotas incondicionales, siempre dispuestas a perdonar, capaces de mirar a su dueñ@ a los ojos con la misma ilusión que si nunca les hubiesen fallado. Su resiliencia les permite esperar varias horas más, encerrados entre las cuatro paredes del departamento, alimentando la esperanza de que la próxima vez si jugarán con ellos.

Después de treinta minutos en que el disco no paró de ir y venir, me dispuse a continuar el camino hacia mi casa, y vi que ellos también se marchaban. En aquel último vistazo distinguí al canino saltando alrededor de su amo, invitándolo a jugar al «pilla-pilla«. La escena recordaba a un niño disfrutando con su papá.

Y así es como entiendo que algunas personas ven a su mascota, como alguien más de la familia, como a un hij@. Eso me hace pensar, si el rato que invertimos con nuestros hijos también lo hacemos pegados al wsap, correo del trabajo o entremedio de redes sociales. No lo digo para juzgar, pues yo también he caído en esto. Las consecuencias de nuestra indiferencia con las mascotas provoca que en Chile hayan 255 mil perros y 88 mil gatos sin dueños deambulan por las calles y zonas rurales de Chile (dato 2018 entregado por Subsecretaría de Desarrollo Regional). ¿Cuál será el impacto de un trato indiferente hacia nuestros hij@s, pareja o padres?.

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