La historia nos cuenta que hasta el siglo V d.C. existió una de las civilizaciones más relevantes para la humanidad, capaz de unificar gran parte de Europa, creadora de obras arquitectónicas tan imponentes como «el Coliseo» o los acueductos y que dejó un legado importantísimos: el calendario juliano, red de carreteras, sistema de leyes, los números, la lengua (latín es la base de muchos de los idiomas que hoy existen), las cloacas, etc. Estoy hablando de la increíble civilización Romana.
A parte de toda esta herencia recibida, hay algo que aparece de inmediato en nuestra mente cuando recordamos aquella época: la lucha de gladiadores. Pues ¿quién no ha visto la película «Gladiator» protagonizada por Russell Crowe? En ella interpreta el personaje de Máximo, un General romano con mucho prestigio, que a la muerte inesperada del Emperador Marco Aurelio, es arrestado por el hijo de este, debido a la envidia que siente por él. Máximo consigue escapar de sus opresores, pero no puede impedir el asesinato de su familia. Posteriormente, es capturado por un mercader de esclavos y se convierte en gladiador. Será justamente desde «la arena» que tejerá su venganza… ¡una película realmente trepidante!

Estos shows de lucha eran muy apreciados por la sociedad en aquellos años, puesto que movía masas y constituía una de las válvulas de escape más importantes de las cuales disponía la población para liberar su fanatismo y emociones reprimidas (rabia, impotencia, miedo, etc). Es preciso recordar que en aquella época existían sólo tres castas: los patricios (eran la élite de la época, los cuales gozaban de todos los provilegios), los plebeyos (eran la clase mayoritaria y no tenían derechos religiosos ni políticos) y los esclavos (no tenían ningún derecho). En consecuencia, la mayor parte de la sociedad vivía muy oprimidas y por esa misma razón, el Gobierno sabía la importancia de disponer de actividades para la entretención de la clase predominante (los plebeyos). Sin embargo, el funcionamiento de estos eventos no era exactamente como nos los enseñan en la película, en donde mezclan varios conceptos y agregan grandes dosis de sensacionalismo.
El auténtico espectáculo consistía en un programa conformado por 3 actividades. En la mañana se iniciaba con las venationes, que eran cacerías de animales. Para estas funciones traían bestias exóticas de África, las cuales eran desconocidas por la gente y las hacían pelear entre ellas o las mataban unos cazadores expertos, a modo de cacería. Estas eran bien sanguinarias y duraban hasta el mediodía, momento que se usaba para efectuar la ejecución sobre la arena de presos condenados a muerte. Este representaba un modo de educar a la gente, de mostrarles lo que ocurría cuando alguien infringía las leyes del imperio.

En la tarde se desarrollaban las luchas de gladiadores (munus gladiatorum). Los mejores luchadores eran auténticas estrellas que combatían poco (de 2 a 4 veces al año) pero que ganaban en un solo combate lo mismo que un legionario raso del ejército en un año. Claro que ser gladiador no era fácil. Pese al dinero que podían ganar y la admiración que despertaban, su profesión les situaba en lo más bajo del escalafón social, junto a actores y prostitutas. Contrariamente a lo que se suele mostrar en la gran pantalla, la mayor parte de las veces no acaban en la muerte de uno de los combatientes. La razón era el dineral que costaba entrenarlos, alimentarlos y pagar la compensación al lanista al que pertenecían. El atractivo de acudir al «Coliseo» no estaba solo en ver todas esas peleas y espectáculos. Para el público había muchos entretenimientos más: se repartía comida, muchas veces la carne que rara vez podían probar en el día a día; se sorteaban regalos y se hacían apuestas.
Han pasado 1500 años desde entonces y obviamente hemos evolucionado como sociedad … ¿aunque será tan así? Sí es verdad que los sistemas de entretención han evolucionado muchísimo. El medio principal de hoy es la televisión, la cual nos ofrece todo tipo de contenido, desde películas, series, noticias, música, deportes, y un largo etcétera y todo esto desde la comodidad de nuestra casa. Algo obviamente que está a años luz de lo que podían aspirar en aquella época en términos del formato, tecnología y puesta en escena. Aunque no está tan claro si también a nivel de contenido. Sí, es una suerte que por la televisión no se transmitan ejecuciones, pero aún así existen en muchos países. También vemos muchas noticias de maltrato animal y muertes/asesinatos … en realidad todas ellas están en el orden del día. Y no olvidemos que hasta hace pocos años se retransmitían las corridas de toros. Sé que muchos lo definirán como un arte (y no lo discuto, el torero tiene arte … y otras cosas, para conseguir hacer lo que hace) pero al animal se le da muerte en una plaza bajo los vítores de la gente. Tampoco se quedan atrás algunos deportes como el boxeo, kick boxing, full contact etc, donde el elemento principal es la violencia (pegarle al otro). Lo cual también es algo que ya nunca falta en los contenidos de películas y series.

Continuando con las similitudes, creo que el espectáculo más asimilar al desarrollado en el «Coliseo» (esta era la arena más grande, pero cada ciudad tenía la suya propia) es el fútbol. Sus semejanzas se justifican por la forma del recinto, pues el Coliseo es casi idéntico a un estadio de futbol (donde en «la arena» se desarrolla el partido y en las graderías está el público animando) y por ser el deporte que más gente mueve a nivel mundial, con 4.000 millones de seguidores. Como curiosidad: el «Coliseo» tenía capacidad entre 50 mil a 70 mil personas y los principales estadios de fútbol van entre 60 mil a 99 mil espectadores.
Pero el parecido no termina ahí, pues así como ocurría en la época Romana, en las gradas continuamos hallando un público que insulta a los jugadores, que realiza cantos racistas y la mayoría de clubs tienen (más formalmente o menos) sus «Barras», conformada por los aficionados más radicales que apoyan al equipo de fútbol. Estos supuestos entusiastas son los protagonistas de altercados y peleas, muchas de las cuales terminan con víctimas fatales. En realidad ya se cuentan en miles las muertes producidas bajo el alero de este deporte en un siglo de existencia. Por el otro lado, cuando hablamos de la lucha de gladiadores sorprende leer la noticia según la cual la revista «Palgrave Communications» afirma que “los emperadores tenían muchas más probabilidades de sufrir una muerte violenta y horrible que los propios gladiadores, a pesar de la sangre que rodea a estas luchas públicas en el imaginario colectivo”. Entonces, ¿podría suceder que anualmente mueran más personas por ir a ver un partido de fútbol de las que morían muchos años atrás en las luchas de gladiadores?.
Visto esto, quizás después de 1500 años nos hemos convertido en unos expertos del marketing, capaces de adornar/vender cualquier producto, aunque el contenido finalmente sea el de siempre. Hoy el fútbol mueve a nivel mundial 500.000 millones de dólares y continúa siendo un espectáculo donde las personas van a liberar sus emociones, rabias y frustraciones … y aunque hoy, ya en el siglo XXI teóricamente nuestros niveles de educación, libertad y comodidad son mucho más altos… quizás nada ha cambiado tanto después de todo … pero gracias al poder del marketing lo maquillamos y creemos que si. Tal vez quienes ostentan el poder lo saben y por eso nos continúan dando elementos de entretención para que nosotros, “el pueblo”, nos olvidemos de nuestros problemas (aunque sea por unos instantes) y tengamos así una válvula de escape que nos permita lidiar con nuestro día a día, como ya lo hacían los Patricios en la época Romana.