Port de la Selva está situado en la costa norte del Cap de Creus, en el Alt Empordà, muy cerquita de Cadaqués y Roses, a 70 km de Girona y a 170 km de Barcelona. Este pueblo es de origen pesquero, aunque el turismo ha ido tomando el relevo como principal sector económico. Su atractivo a parte del puerto y sus maravillosas playas, es la iglesia de Santa María de las Nieves y por supuesto, a escasos kilómetros, el Monasterio de Sant Pere de Rodes.


Las primeras referencias del lugar se remontan al año 974 cuando se nombra al portus quod discunt Armi-rodas como donación de Gausfred I de Empuries-Rosselló al Monasterio de Sant Pere de Rodes. La pequeña población de Selva de Mar se encargaba de dar servicio al monasterio y realizaba el cultivo de viñas y olivos. La pesca fue adquiriendo importancia y algunas personas bajaban a la bahía a pescar. Fue en ese momento cuando se empezaron a construir las primeras casitas a pie de playa, que no eran más que lugares donde guardar los aparejos y el pescado. En el año 1725 se inició la construcción de la primera iglesia y posteriormente, gracias al aumento de población, Port de la Selva se acabó independizando de Selva de Mar. Corría el año 1787 y se logró gracias a un privilegio concedido por Carlos III.


Uno de los ilustres veraneantes de este pueblecito fue Josep Maria de Sagarra, que encontró en el lugar la inspiración para escribir algunas de sus obras de ambiente marinero como La balada de Luard, El mariner o Cançons de rem i de vela.




En verano se organizan conciertos de música en directo en el paseo marítimo del pueblo donde todo el que sepa o quiera puede bailar sardanas (baile típico catalán).
Santa Cruz de Rodes
El despoblado de Santa Cruz de Rodes se encuentra situado en un pequeño altiplano de 540 metros de altura cerca del Monasterio de San Pedro de Roda, en el municipio del Port de la Selva. Su estructura urbana corresponde a una villa cerrada, es decir, un pueblo en el que las fachadas posteriores de las casas hacen las veces de muralla y al que solo se puede acceder a través de los portales fortificados. Su centro neurálgico era la plaza de la iglesia, en torno a la que se sitúan las casas, separadas por las calles que llevan a ella. Se tratan de edificios de grandes dimensiones (de entre 70 y 100 m2), de planta baja y un piso, y cubierta de tejas, que a menudo disponían de un patio, huerto o corral.

Santa Creu de Rodes nació y creció a la sombra del Monasterio de Sant Pere y fue un lugar próspero donde se celebraban ferias y mercados, con posaderos, sastres, panaderos, zapateros, herreros, taberneros o notarios, entre otros, que ofrecían sus servicios a todo aquel que llegaba, en especial, a los numerosos peregrinos que se dirigían al monasterio.


La primera documentación que cita a la iglesia de Santa Cruz se remonta al año 974 y en ella se mencionaban los bienes del Monasterio de Sant Pere Rodes, entre los que se encontraba esta iglesia, por aquel momento dedicada a la Santa Cruz. Originalmente el templo se construyó sobre los restos de una antigua torre vigía que pasó a cumplir la función de campanario. Luego contó con una nave que estaba cubierta mediante una bóveda de medio cañón y finalizaba en tres ábsides dispuestos en forma de cruz. Con el tiempo pasó a tener tres naves.

Fue en el año 1113 cuando se reconoce la fecha de consagración de la iglesia y se la menciona como parroquia. Por lo tanto, a partir del S. XII surgió la población que rodeó a la iglesia.


En el siglo XIII sufrió un importante despoblamiento a raíz de la participación de una buena parte de su población en la conquista de Mallorca, donde se quedaron. Luego en 1345 vivió un grave episodio de peste negra que también afectó al Monasterio de Sant Pere de Rodes. En el siglo XVI la iglesia de Santa Cruz de Rodes perdió la condición de parroquial, lo que indica que el lugar debía estar prácticamente deshabitado y pasó a converirse en la ermita de Santa Helena que mantuvo su culto hasta finales del Siglo XIX.

Monasterio de Sant Pere de Rodes
En lo alto de la sierra de Verdera se levanta uno de los conjuntos monumentales más interesantes para conocer el mundo medieval. En este espacio se reúnen tres elementos que representan los puntales de la sociedad feudal: los que rezan, en el Monasterio de Sant Pere de Rodes; los que producen, en el poblado de Santa Creu, y los que luchan, en el Castillo de Verdera.


El centro del conjunto es el Monasterio de Sant Pere, que se convirtió en el monasterio más importante del condado de Empúries tanto por el papel relevante de sus abades como por ser un importante centro de peregrinaje gracias a las reliquias que custodiaba.


Desde su fundación, gozó de la protección de los condes de Empúries, que le dotaron de tierras y privilegios, lo que hizo que se convirtiera también en un importante señor feudal. Entre sus dominios estaba Santa Cruz de Rodas, un pueblo dedicado fundamentalmente al comercio y la producción artesana que atendía las necesidades del monasterio. Gracias a las peregrinaciones, entre los siglos XII y XIV gozó de una gran prosperidad, hasta llegar a tener unos 250 habitantes. Pero las guerras, los saqueos y los estragos causados por las malas cosechas y las epidemias provocaron el repentino abandono de Santa Cruz.


La seguridad del conjunto dependía del castillo de Sant Salvador de Verdera, que simboliza los aspectos guerreros de la sociedad feudal. El castillo había sido dado al monasterio por los condes de Empúries, pero su valor estratégico, dominando el cabo de Creus, hizo que los condes intentaran recuperarlo, provocando continuos enfrentamientos con los abades.


El elemento más destacable del conjunto es la iglesia del monasterio que, por su originalidad y antigüedad, es una pieza excepcional en el románico catalán. Construida entre los siglos X y XI, para acoger a los peregrinos, permite captar el esplendor que vivió el monasterio. La construcción destaca por la gran altura que le proporciona un original sistema de pilares y dobles columnas, y por la riqueza ornamental presente en los capiteles y en la casi desaparecida portalada, obra del maestro de Cabestany. Más información sobre el monasterio pinchando aquí.
Selva de Mar
La Selva de Mar es un pueblecito ubicado en el Alt Empordà, Girona a 2 km del Port de la Selva. Pertenece a a Sierra de Rodes y esta emplazado en la falda de la montaña de Verdera. Ahí es donde comienza la península que conforma el Parque Natural del Cabo de Creus.
Este pequeño pueblo, al igual que Port de la Selva, nacen para dar servicio al Monsaterio de Sant Pere de Rodes. En Port de la Selva se establecieron un grupo de pescadores para abastecer el monasterio de productos del mar y Selva de Mar era el lugar donde vivian los locatarios que trabajaban los campos de viña y olivos introducidos por los Romanos y que proporcionaban principalmente aceite y vino al monasterio.


En lo que concierne a la historia del pueblo, tan solo sabemos aquello que la tradición oral ha transmitido de padres a hijos. Gran parte de los archivos locales fueron destruidos durante la guerra civil, siendo el más antiguo que se conserva, una carta del Conde de Empúries dirigida al monasterio de Sant Pere de Rodes en la que se hace mención de una capilla que se encontraba en el emplazamiento actual del pueblo y que fue construida en el siglo VII, una época en la que el bosque cubría las colinas y el valle de las inmediaciones lo que daría el nombre de selva al pueblo.


En el siglo XIX la agricultura constituía la actividad económica más importante. Con el descubrimiento de la electricidad y la mecanización de los molinos, Selva de Mar adquirió gran renombre por su producción de aceite hasta que en 1956 las heladas menguaron drásticamente la producción. Hoy podemos visitar el pequeño museo testimonio de la importante actividad agrícola de la localidad.
Al día de hoy es un lugar escogido por personas de la comarca, y barceloneses de fin de semana, que conocedores de su situación privilegiada eligen este bellísimo pueblo como segunda residencia.


Recorriendo el pueblo a pie podemos cruzar el Recs del Gorgs por medio de varios puentes de piedra que aún existen hoy y que formaban parte de antiguos molinos. Una parada en la fuente de Lledoners nos permitirá refrescarnos con su agua prominente de las laderas internas del valle. También podremos apreciar las antiguas murallas medievales (hoy totalmente integradas con las casas del pueblo) que servían como defensa de los piratas y los ataques sarracenos. que recubrían el pueblo de las cuales tan solo quedan las torres del Siglo XVI.


