Tortosa, es una de las ciudades más grandes de las Terres del Ebre, territorio del sur de Tarragona, formado por las comarcas del Baix Ebre (de la cual Tortosa es la capital), el Montsià, Terra Alta y Ribera del Ebre. Aún hoy, el municipio de Tortosa tiene una extensión considerable, 219,60 km2, a pesar de que con la segregación de los pueblos del Delta dejó de ser uno de los más extensos de Cataluña. La ciudad se creó históricamente en el margen izquierdo del río Ebro pero en la actualidad se despliega en ambos lados. En el lado izquierdo, a la sombra del Castillo de la Zuda, encontramos el núcleo antiguo, los ensanches de la ciudad y los pueblos de Bítem y Campredó. En el derecho se encuentran el barrio de Ferrerías y los pueblos de Jesús, Reguers y Vinallop.



Los lugares de mayor interés histórico y arquitectónico los encontramos dentro del casco antiguo y los podremos visitar moviéndonos a pie. Es ahí donde se mezcla el pasado musulmán, cristiano y judío de una ciudad con más de dos mil años de historia, destacando por sobre todos los monumentos su magnífica catedral. La ciudad es sede episcopal y al día de hoy está declarada Conjunto Histórico Artístico.


La Tortosa antigua hay que concebirla como ciudad mediterránea con puerto y mercado, receptora y distribuidora de productos del interior peninsular y del Mediterráneo entero. Su nacimiento se remonta a la época de los Iberos, probablemente fue la ciudad de Hibera, capital del territorio ibérico de la Llercavonia. Es muy probable que el asentamiento principal estuviera situado en la colina donde actualmente se encuentra el Castillo de la Zuda. Luego bajo el dominio de los romanos, fue amurallada y rebautizada con el nombre de Dertosa, hasta ser ocupada en el 714 por los musulmanes.
El Castillo de la Zuda o de Sant Joan fue una alcazaba o fortaleza construida durante el reinado del califa Abd al Rahman III, Siglo X, sobre la misma acrópolis romana. Cuenta con el único cementerio árabe descubierto de toda Cataluña. Desde 1972, alberga el Parador Nacional de Turismo.






Se ha construido un paseo para subir al Castillo. Mientras lo recorres puedes disfrutar de unas hermosas vistas de la ciudad.




Durante este periodo Tortosa tuvo un papel muy destacado, tanto por ser el principal asentamiento musulmán del bajo Ebro como por contar con un importante puerto y estar bien comunicada tanto con las localidades del Ebro como con las del Levante gracias a la Vía Augusta. La grandeza de este reino de taifa acabó el año 1148, cuando Tortosa fue conquistada por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. A partir de ahí empieza una etapa de esplendor la cual se prolonga durante la edad media cristiana y el Renacimiento. De hecho, desde hace unos años Tortosa celebra unas jornadas de recreaciones históricas recordando este periodo de su historia llamada la Festa del Renaixement (Fiesta del Renacimiento).


Desde los puertos de esta ciudad llegó a controlarse el comercio de trigo y de la sal del Mediterráneo occidental, además fue parte del territorio donde confluyeron la Corona Catalano-Aragonesa. Su importancia llegó a ser tal que a menudo fue el escenario de las Cortes de la Corona de Aragón.
La catedral de Tortosa se inició su construcción en el año 1347, sobre un templo románico y no se consagró hasta 1441. La última fase de construcción finalizó en el siglo XVIII con la fachada barroca, en total su construcción duró 412 años. nos ofrece una mezcla de estilos gótico y barroco, sobre la base de un antiguo templo románico, realmente único. Fue en el año 1931 cuando se le adjudicó el título de basílica y es por eso que ahora se la conoce como la basílica-catedral de Santa María de Tortosa.






La visita a la Catedral es gratuita, pero hay una exposición permanente y un recorrido por los túneles subterráneos que sirvieron también como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil, para los que sí que hay que comprar una entrada. No os perdáis la exposición permanente del fondo artístico y el tesoro catedralicio, que ocupa dependencias de la antigua canónica con una colección que reúne objetos desde el mismo templo románico hasta la actualidad. Destacan sus importantes códices y documentos históricos, y la sillería del coro del siglo XVI.






En Tortosa también tuvo lugar en 1413-1414 la Disputa de Tortosa, el más importante debate entre cristianos y judíos en la edad media española. A partir de 1492 la expulsión de los judíos y, en menor grado, la de los moriscos (S.XVII), perjudicaron notablemente la vida económica de la ciudad.
Los Reales Colegios, fundados por Carlos V para educar a los moriscos, han convertido a Tortosa en la referencia catalana del Renacentismo, ya que no existen representaciones de este tamaño y valor en todo el territorio, y fueron nombrados como Monumento Nacional en el año 1974.


Los Reales Colegios de Tortosa están formado por 3 edificios:
1. Colegio de San Jaime y San Matías (actual sede del Archivo Comarcal del Baix Ebre). Este patio es la mejor obra del Renacimiento en Cataluña. Además tiene representados los bustos de los reyes de la Corona de Aragón, desde Ramón Berenguer IV hasta Felipe IV


2. Colegio de San Jorge y Santo Domingo antiguo convento y universidad de la ciudad, solo conserva la portada exterior. En el interior alberga la Escuela Oficial de Idiomas.
3. Iglesia de Santo Domingo, sede de del antiguo Museo-Archivo de Tortosa, hoy reconvertida en Centro de Interpretación del Renacimiento, con una exposición Permanente sobre la Ciudad y la Fiesta del Renacimiento.


Durante la Guerra dels Segadors cayó pronto (1640) en manos de los castellanos, expulsados poco después por los franceses (1650); es la época de la decadencia política y cultural de Cataluña. Más tarde, durante la Guerra de Sucesión las tropas de Felipe V tomaron la ciudad en julio de 1708. Los franceses bajo las ordenes de Napoleón, se la arrebataron al imperio español e incorporaron al imperio francés hasta el 1814. Durante el siglo XIX Tortosa se configuró como un importante núcleo carlista, aunque bajo dominio de las tropas liberales. El resurgimiento iniciado durante las primeras décadas del siglo XX se truncó a causa de la Guerra Civil Española, cuando la ciudad quedó prácticamente destruida por los bombardeos franquistas (1937-1939) y con el trasfondo sangriento y dramático que significó la Batalla del Ebro. La reconstrucción fue larga y difícil.
Tortosa conserva una potente muralla y una red de fortificaciones, como son el fortín de Tenasses, las fortificaciones del Sitjar, los fortines de Orleans y los tramos de muralla del siglo XIV. También existen diversas torres que todavía se conservan. Por lo que respecta al castillo de la Zuda, Bien Cultural de Interés Nacional, es un impresionante testimonio arquitectónico de la ciudad andalusí.

La vida de Tortosa está y ha estado siempre ligada al Ebro. El nombre de este río deriva del antiguo topónimo Hiber (Hiberus flumen), que da también nombre a la península ibérica y a los pueblos íberos, adaptación latina del término griego Ἴβηρ (Íber), que recogen las numerosas fuentes historiográficas griegas, que significaría ribera o margen del río.

